Artritis Encefalitis Caprina

El virus de la artritis encefalitis caprina (VAEC) causa una enfermedad multisistémica progresiva en las cabras, y junto con el virus del Maedi Visna de las ovejas forman los llamados Lentivirus de pequeños rumiantes. Ambos tienen estrecha relación filogenética y se ha demostrado la transmisión cruzada entre ambas especies.

La mayoría de las cabras infectadas son asintomáticas y portadoras persistentes del virus. La principal ruta de transmisión es la vertical de madre a hijo a través de calostro y leche contaminada, pero también puede ocurrir por aerosoles respiratorios y a través del semen de machos infectados. Se trata de un virus de distribución mundial, aunque su presencia es mayor en los países con sistemas productivos más intensificados y sobre todo en razas lecheras. La enfermedad se caracteriza por presentar lesiones inflamatorias por células mononucleares de carácter progresivo en pulmones, articulaciones, mama y sistema nervioso central. El signo clínico predominante es la poliartritis y la mamitis indurativa subclínica causando grandes pérdidas económicas. Los signos clínicos aparecen más frecuentemente en animales mayores de un año y los animales afectados pierden peso, presentan un pelaje sin brillo y se observan problemas de movilidad asociados a la artritis. Cuando aparece en los cabritos (2-6 meses de edad), el signo clínico más característico es la encefalomielitis que se expresa con síntomas nerviosos. Generalmente, en las granjas donde se observan animales con signos clínicos el porcentaje de animales positivos supera fácilmente el 50%.

Los lentivirus se insertan en el genoma del hospedador, exponiendo sus antígenos al sistema inmunitario lo que produce anticuerpos a las 3 semanas de la infección que, aunque no son efectivos para eliminar la infección si lo son para el diagnóstico serológico, aunque existen fluctuaciones a lo largo de la vida del animal que puede dar lugar a falsos negativos. Para su aislamiento hay que recurrir a cultivos celulares, pero se trata de un virus de muy difícil aislamiento, debido a que se multiplica muy lentamente y a que las células afectadas liberan muy poca cantidad de virus.
Los tests ELISA comerciales emplean antígenos, generalmente de la cápside y la envoltura del virus, que proceden de uno o varios genotipos, incrementando su sensibilidad. El empleo de la PCR mejora la capacidad de diagnóstico, sobre todo en animales jóvenes en los que la respuesta de anticuerpos es más débil.

En la actualidad no hay vacunas disponibles, por lo que su control se basa en el diagnóstico laboratorial y en unas buenas prácticas de manejo que deben enfocarse en cortar la transmisión del virus. Es importante diferenciar el rebaño en dos grupos: positivos y negativos, y evitar el contacto entre ellos. Al mismo tiempo, en el caso de cabras positivas, es fundamental la separación inmediata de los cabritos tras el parto para evitar que tomen el calostro de la madre. En estos casos debería recurrirse al calostro artificial y al calostro de cabras negativas, ya que, en la muy extendida costumbre de pasteurizar la leche y el calostro en la propia granja raramente se cumplen los rangos de tiempo y de temperatura recomendados que llevan a la inactivación del virus.

Actualmente existe un programa de vigilancia y control del VAEC a nivel nacional de carácter voluntario basado en el control serológico de los animales con el fin de determinar la presencia o ausencia de la enfermedad en las explotaciones de cara al movimiento intracomunitario y con terceros países. R.D. 2121/1993 (B.O.E. 3/01/1994).

Fotografía:  Jeswin Thomas de Pixabay Pexels 

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