Cada 20 de mayo se celebra el Día Internacional de las Abejas, una ocasión para reconocer la enorme diversidad de estos insectos y su papel clave en la polinización de plantas silvestres y cultivos. En la península ibérica habitan más de mil especies distintas de abejas, muchas de ellas solitarias, que contribuyen de forma esencial a la biodiversidad de nuestros ecosistemas. Su diversidad, adaptada a distintos hábitats y estaciones, es esencial para el equilibrio ecológico.
Sin embargo, cuando se habla de abejas, la atención suele centrarse en Apis mellifera, la abeja melífera occidental, ampliamente distribuida y gestionada por el ser humano para la producción de miel y otros productos. Aunque es solo una más entre muchas especies, su importancia económica hace que buena parte de la investigación y la vigilancia sanitaria se centren en ella. Y como todos los animales, está expuesta a infecciones por bacterias, virus, hongos y parásitos.
Entre las parasitosis más relevantes destaca la varroosis, causada por Varroa destructor, un ácaro externo que se alimenta del tejido graso de las abejas y actúa como vector de virus como el de las alas deformadas. La infestación por varroa, si no se controla, puede conducir al colapso de la colmena. Otro parásito importante es Acarapis woodi, un ácaro microscópico que se instala en las tráqueas, interfiriendo en la respiración de las abejas. La nosemiosis es provocada por Nosema apis y Nosema ceranae, hongos microsporidios que infectan el intestino de las abejas adultas, afectando su vitalidad. Algunas infestaciones como la producida por Aethina tumida (pequeño escarabajo de la colmena) o los ácaros Tropilaelaps spp. aún no están presentes en nuestra región, por lo que la vigilancia es clave.
En los últimos años, una de las amenazas más importantes para las colmenas en muchas zonas ha sido la expansión de Vespa velutina, la avispa asiática. Esta especie invasora captura abejas obreras en pleno vuelo y genera una fuerte presión predadora frente a las piqueras, lo que interfiere gravemente en la actividad de la colonia. Su presencia constante puede provocar estrés, disminución de la recolección y, en casos extremos, el abandono de la colmena.
Las enfermedades de las abejas están recogidas en el Código Sanitario de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), y algunas son de declaración obligatoria en la Unión Europea. La prevención, la detección temprana y el control eficaz son herramientas esenciales para preservar la salud de las colmenas.