La alimentación con calostro es esencial para los terneros, ya que no reciben anticuerpos de la madre durante la gestación, es lo que se entiende como inmunidad pasiva. Su inmunidad temprana depende de la ingesta de calostro de calidad y en cantidad suficiente, que aporta anticuerpos, citocinas, factores de crecimiento y nutrientes clave para su desarrollo y buena salud a lo largo de su vida
Controlar la calidad del calostro mediante la medición de inmunoglobulinas permite a los ganaderos mejorar su manejo y prevenir fallos en la transferencia de inmunidad pasiva, reduciendo el riesgo de enfermedades y favoreciendo el crecimiento y la productividad. Se ha comprobado que la vacunación de la madre eleva los niveles de anticuerpos en el calostro, mejorando la protección del ternero a nivel general. Además de anticuerpos, se ha descrito la transferencia y absorción de leucocitos calostrales a través del intestino en neonatos, mostrando su influencia en la respuesta inmunitaria.
En la CAPV, en la mayoría de las granjas de bovino de leche, los terneros se separan de sus madres al nacer y los ganaderos deben garantizar una alimentación adecuada. Optimizar el manejo del calostro, la higiene y la vacunación ayudaría a reducir enfermedades infecciosas y el uso de antimicrobianos.
Investigadores del Departamento de Sanidad Animal de NEIKER han publicado los resultados de un estudio piloto que se ha llevado a cabo en cuatro granjas de ganado bovino lechero en la CAPV donde se muestrearon 7-10 nacimientos de hembras en cada granja. Los ganaderos debían recolectar muestras de calostro para análisis en los primeros momentos tras el parto y antes de la primera toma, mientras que un veterinario clínico recolectaba muestras de sangre entre 24 y 48 horas después del nacimiento y a los 3 meses de edad. Se recopilaron datos sobre rutinas de manejo, vacunación y uso de antimicrobianos. Se proporcionó a los ganaderos pautas de manejo del calostro y un refractómetro digital Brix para adecuar el volumen de calostro a administrar a cada ternera en base a la calidad de este. A nivel laboratorial se analizó la calidad del calostro, la transferencia de inmunidad pasiva (PIT) y las subpoblaciones de linfocitos tanto en el calostro como en la sangre para una caracterización más detallada. Posteriormente, se examinaron los datos combinados recogidos en la granja y los del laboratorio para evaluar la situación de cada explotación.
Como resultado cabe destacar que los ganaderos evaluaron de forma fiable la calidad del calostro mediante refractometría de Brix y pudieron modificar el manejo del calostro para favorecer la PIT. El calostro de alta calidad se relacionó con una mejor inmunidad pasiva. Las mastitis y las cojeras de origen infeccioso fueron los principales motivos por los que se administró tratamiento antibiótico a las vacas en lactación. Cabe destacar que la Granja C, la única granja no vacunada, comunicó un mayor uso de antibióticos tanto en terneros como en animales lactantes y mostró niveles reducidos de células gamma delta en el calostro. La no utilización de vacunas en la Granja C podría explicar el aumento en el uso de antimicrobianos ya que las vacunas pueden brindar protección al rebaño y, en algunos casos, un cierto grado de protección heteróloga o cruzada (es la que confiere una vacuna frente a un patógeno distinto a aquel para el cual fue diseñada). Lograr una inmunocompetencia basada en la respuesta inmunitaria celular y humoral en edades tempranas implica la necesidad de un menor número de tratamientos con antibióticos a lo largo de la vida del animal.